El 21 de noviembre se celebra el Día Internacional de la espina bífida, una efeméride que busca concienciar a la población sobre esta enfermedad que es relativamente fácil de prevenir.
Se debe procurar que las mujeres en edad de procrear consuman una buena dosis de ácido fólico y mantengan este hábito durante el embarazo, para así evitar la malformación congénita del tubo neural del bebé.
¿Qué es la espina bífida?
La espina bífida es un desarrollo incompleto de la medula espinal, las meninges y/o vertebras, que impiden que la columna se cierre completamente. En estos casos, en el momento del parto o la extracción del bebé, este sufre graves daños que podrían ocasionar discapacidad motora, hidrocefalia, daños neurológicos, parálisis e incontinencia.
Este tipo de problema se ha vuelto tan común que se estima que la espina bífida es la segunda causa de discapacidad durante la infancia, tan solo siendo precedida por la parálisis cerebral.
Tipos de espina bífida existentes
Existen tres tipos de espina bífida que puede desarrollar un feto. Todas tienen que ver con el cierre del tubo neural que es el que recubre la columna vertebral y todo el sistema nervioso central del bebé. Los tres tipos son:
Espina bífida oculta: implica un pequeño defecto en la formación de una vértebra y no genera ningún tipo de síntoma en el paciente. Es más, muchas personas pueden tener está patología, pero aún no la han descubierto porque es necesaria una placa de rayos x para detectarla.
Espina bífida meningocele: se trata de una especie de saco de tejido que sobresale de la columna vertebral y contiene en su interior membranas de la capa protectora de la médula espinal y líquido cefalorraquídeo en este caso la persona si evidencia cierto tipo de limitaciones en su desarrollo.
Espina bífida mielomeningocele: es el caso más grave, aquí la bolsa o quiste contiene tejido y líquido cerebroespinal y también parte de los nervios.